
¡Ay, ay, ay! Llamádme exagerada si queréis, pero hacía mucho tiempo que una fotografía no me emocionaba tanto. ¡Si es que se me saltan las lágrimas al ver el patio del cole!
Viendo esta fotografía es normal que una lagrimilla asome a nuestros ojos y que los recuerdos de tantos y tantos años de colegio se agolpen en la mente en un sentimiento de nostalgia. ¡Cuántos recuerdos!
En ese patio, hemos pasado horas maravillosas, hemos reído y hemos llorado.
De más pequeñas hacíamos corrillos jugando y cantando "El patio de mi casa es particular...." y luego con las gomas elásticas y con los intercambios de cromos mientras nos comíamos el bocadillo o lo cambiábamos con la amiga del alma. Inventábamos historias de princesas haciendo volar nuestra fantasía o maquinábamos alguna travesura para fastidiar a alguna compañera escondiéndole los hilos de la labor, las calcomanías o cualquier objeto de valor incalculable. Hasta habíamos jugado al rugby ¡ostras eso no debía haberlo dicho, que lo teníamos prohibido!
De curso en curso y de año en año, nos fuimos convirtiendo de niñas a mujercitas y los juegos cambiaron por las confidencias, los cromos por las revistas de famosos y las compañeras iban formando grupos más reducidos de amigas entrañables. También nos peleábamos y reñíamos y nos pasábamos días sin hablarnos, pero luego acabábamos haciendo las paces y volvíamos a ser amigas.
¿Os acordáis cuando nos enfilábamos a la barandilla?, por la esquinita que toca a los ventanales, y desde allí mirábamos pasar a la gente y a los chicos en especial. Recuerdo a un chico guapo, alto y delgado, con los vaqueros ajustadísimos y el pelo largo (era la escandalosa moda de cuando los chicos empezaban a llevar melena) al que llamábamos "el maniquí" y que era nuestra víctima favorita, lo poníamos verde y le lanzábamos el papelito del bocata, ja ja !!
Cuando llovía no podíamos salir, y nos quedábamos mirando por esas ventanas con sus persianas de madera. Pero si hacía buen tiempo, que era la mayoría de las veces, la hora del patio era el mejor momento del día, la hora que esperábamos con ansiedad. Sonaba el timbre y salíamos a toda prisa.
Parece que lo estoy oyendo ... Riiiiing!!!